Ya sé lo que alguno dirá..."qué fácil es pedir una sonrisa... qué fácil sonreír, cuando no tienes problemas...". Y es cierto.
Lamentablemente...no es mi caso, ni el de la mayoría.
Tampoco me siento todos los días, guapa, estupenda...ni lista que te cagas...
En realidad, últimamente, pocos días me he sentido así.
Lamento decepcionar a todos los que, en algún momento, han visto en mí, a una persona segura de sí misma, hasta engreída, que vive una vida fácil...regalada, carente de problemas..
Pues no...
Yo soy Esther. Soy normal. Tengo días buenos, menos buenos...otros malos...y hasta alguno horrible.
Tengo, quizá, a mi favor, que cuando me hundo, y toco fondo, lo utilizo para coger impulso, saltar...y lo que dure.
Y sonrío, aunque algunos días me cueste mucho hacerlo. Y no me cansaré de pediros a todos que hagáis lo mismo. Porque siempre hay algún motivo para hacerlo. Y si no lo encuentras...lo buscamos.
Buscando por ahí..."Googleando...", encontré un blog de alguien que habla sobre una técnica de relajación, llamada, la sonrisa interior.
Ésta técnica consiste, en tratar de visualizar una sonrisa, que recorra cada parte de tu cuerpo, desde tu cabeza, hasta tus pies.
Si te concentras, puedes conseguir transformar tu estado de ánimo, y sentirte "atrapado", por una sensación de paz.
La sonrisa, llevada al extremo de la risa, de la carcajada, es también una excelente terapia para liberar estrés.
Una sonrisa, está llena de magia.
Si estás tenso, una sonrisa te ayudará a relajarte.
No es fácil mantenerte serio, delante de alguien que te dedica una sonrisa sincera. Lo más probable, es que termines contagiándote, y sin darte cuenta, devuelvas la sonrisa.
Una sonrisa te recarga de energía.
Cuando sonríes, ves las cosas de otro modo... hasta más fáciles.
Te llena de fuerza, y hasta de valor.
Quizá ese estiramiento horizontal de tus labios, haga que tu mente distorsione algún problema que otro... y te des cuenta, que quizá, en realidad, no era para tanto.
Y, ¿sabéis qué? Sonreír, regalar sonrisas, "engancha".
Cuando te das cuenta del efecto que produce tu sonrisa en los demás, del optimismo que transmite, tienes más ganas de seguir haciéndolo.
Entonces... ¿qué?... ¿sonreímos?
Esther Alvarez